Ni el desdoblado tinte del campo
mezcla de almas y tierra
tras la enésima contienda.
Ni las promiscuas dunas del desierto
asustadiza fisonomía
tras la febril tormenta.
Ni la insospechable deriva marítima
entramado oceánico
tras un desvergonzado tornado.
Ni el ostentoso azul del cielo
desmitificado por la esperpéntica humareda
crematorio abastecido por la mano humana.
Ni el desapego de una estrella fugaz
acusada de tráfico de desesperanza
en el ocaso de su tránsito.
Ni…
Atesoran la desdicha omnipresente
como la imagen de una rosa
yaciendo sobre el sarcófago sentimental
por la ruptura del cauce umbilical
de dos corazones encadenados
en el cauce lineal del universo.
O.
gracias franco!!
saludos
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Muy bonito y sofisticado, gracias por compartirlo!
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