Sentados en una terraza
un café y un cigarro
que nunca falte
se haría extraño.
Se acerca
le susurra
palabras breves
mudas para los cercanos
– ¿Quieres casarte conmigo?
El suspiro que levanta el aire
deja oír un resquicio
el más importante.
Ella
le mira a los ojos
el no la evita
la acompasa.
Comienza con una gota cristalina
un chirimiri
una tormenta veraniega.
Él
ya tiene su respuesta…
O.


Deja un comentario