Una…

Llave entrometida
Quebrantó la caja de Pandora
Encontró un despistado músculo
Entre telarañas devastadoras
Dándose cuenta que era el corazón.

Somatizó sus sentimientos
Desquebrajó el torrente
De sentidos adormilados
En un ambulatorio satisfizo
La regeneración del alma
En un psiquiátrico resucitó
La mente abotargada
El cuerpo en baños de barro
Lo recompuso
Articulando con sus exquisitas manos
Las articulaciones reparó.

Una guerra de guerrillas
Entre ella y la mirilla
Consiguió diluirse en su interior.
Las defensas estaban de su lado
Qué podía hacer…

Se introdujo hasta las entrañas
Aquellas que salvaguardan
Incluso de uno mismo
Descubriendo el profundo foso
Donde apilados los pedruscos
Eran la causa y motivo
De intoxicación.

Ágilmente entre todos ellos
Se ensambló
Encajando como la última pieza de un puzzle
Con milimétrica dimensión.

Se consagró como la vela que ilumina la vida
Los ojos que endulzan la senda
La antorcha hogareña al final del camino
Mostrándote el destino.

El alma que se enrocaba conjugando el verbo amar
Representando el presente y futuro por arribar.
Allanando el sosiego cuando era preciso
Insuflando velocidad cuando era requisito.

Aireaba los pulmones cuando el silencio ahoga la respiración
El cuerpo que asume la ansiedad
Haciendo reflexionar sin perder el control.
La pasión que genera en los ojos
Cuando es observada
El todo que relampaguea cuando la vista la alcanzaba
Cuando las manos la tomaban.
Sin necesitar mediar palabra
Un hilo conductor
Sumía en otro mundo paralelo
En un estado privado
Cerrado a cal y canto
Para cualquier extraño.

Tras fulgurante recomposición
Sin una palabra
Sin una recompensa
Tal como vino
Dijo adiós.

Ahora…
Poseso
Inquieto
Y ansioso
La busca
Pero no la encuentra.

Tal vez fue únicamente un sueño
Dormitando en la barra de un tugurio
Cuando la última no es la última
Engulles la penúltima… Y marchas ladeando.

Aún se cuestiona… Se interroga incrédulo
Si realidad o sueño…

O un ángel que le bautizó

O.