Qué será…

Deambulaba por la toda la casa soportando la pesada carga impuesta para la redención de alma por los pecados cometidos en el pasado, por los suplicios provocados con sus atroces actos. Como alma en pena, arrastraba las pesadas y sonoras cadenas de habitación en habitación por toda la casa, gimiendo sus penas y pesares e impregnando con su aroma a mar cada estancia de nuestra morada.

Siguiéndome como la sombra de mi propia sombra, haciendo las veces de mi ángel de la guarda, incapaz de hacerme daño alguno, su misión era mantenerme sana y salva.

Ya en vida, había sido mi guardaespaldas.

Me protegía de todo y de todos, en exceso, con un celo a veces enfermizo, pero a su lado, nunca me sentía indefensa. El era el guardián de las llaves de mi cuerpo, el protector de mi alma. Era el que tantas y tantas veces había encauzado mis devaneos y había protegido mis amoríos. Él era mi fantasma personal.

La pesadez de sus cadenas denotaba el peso de su deuda con su pasado, por la tristeza de su alma por no haber podido confesar sus pecados antes de que se la llevaran. El aroma que dejaba al recorrer la casa, esencia de pirata, y los sonidos guturales que manaba de su boca recordaban la insoportable carga que transportaba en sus espaldas.

Otras veces era yo la que le perseguía por la casa, comprobando que cada puerta, cada ventana o cada mínima rendija estuvieran bien cerradas. No podría soportar que su cuerpo etéreo se escapara. No podría soportar quedarme sola en esta enorme morada.

Para el no existía el tiempo, únicamente reconocía su espacio, aquella casa, donde debía mantenerme y protegerme de la vida externa que veía e imaginaba a través de las ventanas. Solo eso, su deber, y el peso de sus cadenas le ataban a esta vida pasajera.

Hacía años que debió abandonar la casa, dejar de ser mi sombra y seguir su camino hacia donde fuera. Casi había acabado su condena, pero era un paso que no daba, no deseaba irse sin que yo me fuera, me había prometido ser siempre mi compañía y mi coraza.

Debería haber cumplido ya su condena, haber abandonado esta vida, y haberme dejado a mi ser capaz de valerme por mí misma.

Debería… Pero no quiere, sin desearlo se mantiene, día tras día, a mi lado, sintiéndome se mantiene…Y yo tampoco puedo expulsarle, porque tampoco puedo.

¿Será eso lo que denominan amor, o… Deseo de tener compañía y no soledad?

Le preguntaré qué siente… Me preguntaré qué siento… Si no nos tuviésemos…

O.

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