Sosiega…

Siendo la mujer que amas… Que deseas compartir el resto de tu vida con ella.

No exprimas tus necesidades por encima de las suyas… Como un canario en una jaula… Sería una «proeza» indigna de tu corazón… De la pasión que te genera.

La has expuesto tus sentimientos
De todas las maneras y circunstancias
Que de una u otra manera posees.

La viste…
Te vio…
Se hizo corto
Pero mereció la pena
Volver a tenerla enfrente
Con esa mirada
Que pasa de glaciar a hoguera.

No la atosigues…
Que sea ella
En su contubernio interno
La que te diga si mereces la pena
Si ese momento también le fue escaso…

Permítela que respire
Que descanse
Que desahogue
Que libere
El tiempo que sea necesario
En su espacio privado
Que pueda corroborar su estatus.

Qué y a quién… Lo sabe.

Si aún la reconfortas
Si atraes su mente
Su cuerpo
Su alma
Cree que será ella
La que tome las riendas
La que te pedirá que vuelvas
Si de verdad te desea.

Si todo lo que ha inhalado
Que tus sentimientos
Que tu esencia
Que a través de tus ojos
Has exhalado la completa.

Volverá por la misma senda
Elegirá al mismo pretendiente
Retomando los votos
Traspasará el umbral
De una puerta abierta

Que sea ella
La que sin imperativos
Sin exigencias
Sin angustia
Ni estridencias
De el mejor paso
Para la felicidad
Que tú mismo deseas que tenga.

Dónde
Cuándo
Cómo

Si de verdad la quieres…
Apoyarás la decisión que tome.

Porque si de verdad la amas…
Su bienestar será siempre más importante que todos tus sentimientos.

Si ella está
Dónde y cómo desea.

Seguirás luchando por ella… Por el amor que sostienes… Por la pasión que te genera… Porque en tu fuero interno… También tú sabes…

O.