Oscuridad…

Madrugada…
Momentos desperdiciados
para muchos
oasis para extraviados
entre meigas y espectros.

Esquinado
encorvado
sobre un tablón destartalado
acordes roncos de fodo
lejanos en eco
cómodos
para proseguir su garabateo.

Carcomido cincel
mohoso servilletero
acopio de lienzos
diseñador de partituras
camarero de ideas
plasma el peregrino
la precariedad del momento.

Palabras…
Frases…
Se van entremezclando en su psique
sentidos contrapuestos digiriendo
crucigrama para el raciocinio
si es confuso
o ingenio.

Cómo expresar
sin saber
con solo un detalle
debe imprimir fuerza
enarbolar coraje.

La inspiración deambula
entre traspiés
whisky de garrafón
una colilla entre los labios.

¿Qué aprendió de la vida?
se cuestiona inquisidor
de las personas
las circunstancias
aciertos y errores…
De instantes demoledores
la cabeza sumisa al suelo
de rodillas encarnizadas
arenas movedizas en apogeo
… Esperando esa mano amante
que alce el peso interno.

Cuando más apretaba la vida
amainaba el tesón
desfalleciendo el empeño
algo en su interior
arreciaba impertérrito.

En su esquina
con los mismos utensilios
las letras recreaban palabras
versos y poemas
como salidos del invernadero.

Letargo desperezado
siempre existe un penúltimo asalto
donde afloran todos los pesares
que acarreas en tu mochila
dando rienda suelta al goteo
cual tambores resuena
dejando sordo al eco.

Sientes la inmensidad del mundo
la profundidad del universo
el odio que extermina como Atila
sobre los profanadores de sueños.

O.

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