En esas elucubrantes noches
En las que invade el silencio
El delirio se apodera de mi mente
Mi cuerpo se introduce en un episodio quijotesco...
Aparezco en tu cama
Tras domar al espacio…
Obervo la postura que habilitas
El ronroeo que exhalas
Bajo ese manto blanco
Que recubre tu cuerpo…
Sin inmiscuirme en tu sueño
Me mantengo atento
Por si una pesadilla
Te desequilibria el sosiego…
Me hago partícipe
Sin invitación… Con deseo
De susurrarte un cuento…
Con el que retorne la serenidad
Bajes las persianas de tus ojos
Recayendo de nuevo en el envoltorio…
O.


muchas gracias Lincol
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Tu poema transmite una ternura muy íntima y protectora, como ese deseo de velar el descanso de alguien querido. Se siente cercano, cálido y envuelto en un aire onírico muy especial.
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