Caminando… I

A prudencial distancia
La seguía por las calles atestadas
Tras unos pasos uniformes
Y un ritmo mediático

Sin necesidad de acercarme
Su aromática esencia
Iban aireando el camino
Sirviéndome de brújula
Pudiendo pasar inadvertido

Sin la posibilidad de ser visto
Sin asustarla en su trasiego
A su libre albedrío
No fuera que se escabullese
Entre el gentío

En el fondo…
Creo que lo sabía
O lo intuía…

Quizás los escaparates no estaban de mi parte
La mostraban mi silueta
O la luz de sol
Acrecentara mi sombra

Aun así continuaba caminando
Sin percatarme
Que estábamos creando
Un circuito cerrado
Cada vez más concéntrico

De repente…
Sin darme la oportunidad
Sin percatarme de lo acontecido
Viró ciento ochenta grados

Con ése gesto…
Cuestionándome mi persuasivo seguimiento

Qué iba buscando…
Qué deseaba…
A qué venía tanto empecinamiento…

Silencioso…
Perplejo…
… Solemnidad en el cuerpo
Frente a ella varado
Sin saber qué decir
Qué hacer
Cómo explicar
Salvo balbucear
Palabras inconexas sin sentido

Cómo exponerla
Que lo únicamente deseaba
Era…
… En mudanza estaba la lengua

Levanté la cabeza
La miré a los ojos
Y en ése diminuto instante el instinto salió del pozo

Un cortocircuito carótido
Las palabras manaban
Superponiéndose entre ellas

Tal vez…
La ola bucal
Hizo de las suyas
Sacándola una sonrisa
Inmiscuyéndose en su mente
Comunicándose con su alma

… Un minuto más tarde
Estábamos sentados en una terraza
Con un café en la mano y una mirada

Apilados sobre la mesa
Se fueron acumulando
Vasos y colillas
Mientras la cháchara continuaba
Mientras el sol desaparecía
Y la luna llegaba
Marcando la hora
De parar o continuar…

Pero…
Eso esotra historia
Que se queda en el aire
En la intimidad de la oscuridad.

O.

4 comentarios sobre “Caminando… I

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  1. Definitivamente no hay nada más genuino ni más hermoso que cuando dos seres se reconocen de esa manera que trasciende las etiquetas. Cuando se comparte desde la libertad, dando paso únicamente a lo verdadero: a lo que nace del corazón y del alma, sin manipulación, sin máscaras, sin mentiras en sus profundidades.
    Entonces, una tarde, un momento, un café o unas palabras se vuelven importantes; cada detalle cuenta, hasta lo más mínimo. Y entre todo eso, una sonrisa… qué lindo.

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