ALGUIEN

No quedaba lugar para la piedad, únicamente rabia, ira y sufrimiento.

Cuanto más daño se le causase, más humano parecería. Ni rey, ni Dios, sería solo un hombre. Solo un pobre demente que se arrastraba, lloraba y sufría.

No tenía nada de divino, y a cada paso que daba, poco de humano quedaba. Directo al matadero, con la cabeza gacha, los ojos nublados y llenos de miedo. No era ni un Dios, ni su hijo, simplemente embaucaba con su verborrea.

No era el tronco lo que le pesaba, era la injusticia en su cara reflejada.

Para más escarnio, risas y burlas, le habían coronado como si de un rey se tratara. Una corona a medida, de pinchos, púas y espinas.

Nadie pedía clemencia, solo risas, insultos y carcajadas.

¡Solo! Incluso el que decía ser su padre le había abandonado, le había sacrificado.

Duda y reza, llora a su padre pidiéndole ayuda. Reza sin obtener respuesta

 

Necesitaba repuestas, aunque saberlo le duela.

– Saliste voluntario para la obra del colegio

Se había metido tanto en su papel que estaba empezando a perder la cabeza. Por un momento había perdido la noción del espacio y tiempo.

Solo quedaba el último acto.

 

Un ruido estridente le sobresaltó. ¡Vaya sueño! ¡Vaya noche!

Un fuerte dolor de cabeza y poquísimas ganas de ir al colegio.

Fue al baño y se miró al espejo comprobando lo que ya sabía.

¿Cómo podría seguir ocultándolo?

Ellos… Los que cada día le esperaban a la salida del colegio. Ya no soportaba más abusos.

Una sola idea martilleaba su cabeza. Pondría fin a todo…

 

O.

Confesiones

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