Tras un paraje deformado
por una desvirtuada sensación
tras la estela deambula
sin recapacitar
sin percatarse
que sus ojos son espejos
su mirada contraparte.
Fue efímera su esencia
devastadora su presencia
gratificante su espantada
tras aquella sentencia
no sobrevive nada.
Polvo, barro y lodo
por donde paseaba
callejuelas abruptas habitaba
serpenteando entre la maleza
generando desgracia.
Latigazos sofisticados
ocres jirones de susurros
y melosas palabras.
Posos de estalactitas
sobre alfombras baratas
de terciopelo rojo
que gemidos expeditivos resguardan.
Aullidos, suspiros
cadencias y bravuconadas
dos estandartes interpuestos
lujuriosas demandas
su oferta ahora vetada.
Ni lugar para la piedad
ni espacio para la rabia
el desgaste de la ira
la sinrazón del que mana
sufrimiento por la desidia
desgana propiciada
por la cobardía de callar
por la renuncia de la rabia.
Apocado
de rodillas suplica revancha
magullado el cuerpo
ni nadie
ni nada
… Los prejuicios de su alma
desterraron lo que con ansia
ayuda delata.
Grita
eco desértico emana
oídos encostrados reniegan
de su propia calma
cánticos sofocados por vergüenza
por el mero hecho
de blindar palabras.

O.

Poesía