Iluso…

Gotas sangrientas
Una senda van dejando
Serpenteante
Por el peso del saco
Y un tablón
Que le mantiene equilibrado
Menos estrafalario
Más cómodo
Que el macuto de los pecados.

Calles atestadas
Guijarros cubiertos de barro
Serpenteantes
Abruptas
Por piedras y escupitajos
Específicos latigazos
Vistie

Vistiéndole a su paso.

Sin piedad
Sin perdón
Ira
Rabia
Gritos estrambóticos
Sin sentido
En grupo
El linchamiento
Más cobarde
Es menos complicado
Entre la jauría
La humanidad desaparece
Injustificable jolgorio.

Cuanto más daño se le cause
Menos terror
Menguante revolución generaría
Cuanto más humano
Se le mostrase
Memos posibilidad
De contaminar Sodoma y Gomorra
A las que nos enfrentamos día a día

Ni Dios
Ni Mesías
Simple conciudadano perturbado sería.

Su castigo
Un desguace de intenciones
Un aviso
Para intrépidos navegantes
Capaces de involucrarse
En una estrambótica travesía.

No era nadie importante
Ni imponente
Ni un mosquetero de cuento
… Un hombre
Que pensaba
No entendía
Malgastaba la palabra
Quién le oiga
Escuchaba
Caso le hacía.

Un hombre
Que no pensó en las consecuencias de sus actos
De su diatriba
La elocuencia de sus palabras
Realismo que manaban
A quién se enfrentaba
Cuando la verdad aparecía.

Ya no podía más…
El cuerpo destrozado
Los ojos hinchados
La mirada perdida
Su mente no estaba
No merecía la pena
El sufrimiento
Al que le sometían

Deambulaba…
Arrastraba como un animal directo al matadero, con la cabeza gacha, los ojos nublados
… Cegados por estalactitas.

Salvaje paseo… Escarnio por opuesto
Desde la partida al cadalso
Sin ayuda
Sin tregua… Ni noche, ni día.

Los esputos… Agua bendita


Y con ese enorme peso
Sobre su espalda
Que de nada serviría… Jorobado profano.

No era el fardo
Ni el troncho
Lo que le sometía
… La injusticia injustificada
Que sentía
Que le carcomía… Denostándole.

… Su mirada reflejaba
Su gesto estupefacto
Atónito y aturdido paseaba
… Reflexiones incoherentes para el gentío
De un hombre normal y corriente.

Cuestionar causa pavor, cuando un simple ermitaño aniquila lo que los sabios por imperiosa necesidad justifican… por decreto maravillan.
Tierra de cocos, de acólitos… Tierra de nadie.

O.

Poesía

2 Comentarios Deja un comentario

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: