Un escalofrío hiriente
resbala por mi dorso,
repliega mis bronquios
contracturando sentidos desconocidos,
procreando sensaciones inexplicables.

Es eso lo que se siente
cuando cruzas miradas amantes…
Es un flechazo…
O un singular escalofrío,
de dos cuerpos tendidos
sobre un somier destartalado
en el ocaso de un orgasmo…

Una respuesta…
Es todo lo que pido.
Necesito confirmarlo
sin sentirme confundido,
ni ofuscado.

Saber si estoy enamorado,
o si es un deseo enfermizo.
Jaquecas lujuriosas
por la pasión desatada.
Si por un coito nocturno,
la mente genera patrañas deseadas.
Ensoñaciones,
excentricidades
y demás desvaríos
por haberte poseído.

No veo ángeles desfilando,
ni oigo trompetas atronadoras,
no siento las danzarinas mariposas,
ni veo luciérnagas coloreando la estancia.
… Eso que describen,
que cuentan y comentan
los eruditos en la materia.

Siento que desvanezco,
en la creencia naufrago,
por una simple mirada creo…

Encarcelado en un cuento quijotesco,
atrapado en una fantasía polémica, engatusado por una travesía excéntrica,
retiene mi ánima vagando como espectro,
por un espacio idealizado
y un tiempo adaptado a mi desconocimiento.

Como espectador no valgo,
actor protagonista es mi deseo.

Es eso…
Y yo, divagando cual loco excitado
por un polvo pasajero…

O.

Poesía