Volviendo tras mis pasos
aún recuerdo lo que sentí
allí apostado en la garita
intentado descubrir tu fisonomía
el vaivén de tu presencia
el reflejo de tu mirada sobre la mía.

Únicamente un gesto que me alentara
una maliciosa o sencilla sonrisa
un «hola» que ahuyentara el desasosiego
el decrépito ánimo que albergaba mi estado
cronometrando las infinitas décimas
ramales indescifrables revelando la espantada.

Solo un gesto y una mirada
ruego impotente tras una noche aciaga
reveladora de la circunstancia estacional
del impás mental que detonaba mi aorta.

Aquel instante impostor
cuando impasible crucificaste mi resuello
en disuasorio paraje estival
indescriptible de asumir.

Socarrona adversidad
teniendo en cuenta la amamantada complicidad
el promovido consenso
la promiscua contrapartida
los fotogramas ensortijados
recreando un teatro paralelo
donde culminar el acto.

Desquiciante realidad quijotesca
por inesperada en el corazón
por certera en la cabeza.
Pesadilla irreverente
al observarte pasar
olvidándote de aquel
de aquella
que prometiste unir.

Bloqueo asimilado
no asumido
concienciado de antemano
en un angosto recorrido
un excéntrico dardo
un ocre desojado
una maraña de ríos.

Dónde cuestiones sin respuestas
… Un helecho amortiguando el genocidio
… Una palestra casamentera
eco cóncavo escurridizo
silencia un cónclave
no arrepiente el compungido.

Sombras disipan el estímulo
luz paupérrima arrecia
aleteando creyente
disfrazada de cenicienta
en dispar de melodrama.

Un goteo en el desierto
una figura se delata
mudo el universo
ciego el sendero
grita aquel que calla.

Un…
Una…

O.

Poesía