Pero …

Cómo podría olvidar…
Ese impetuoso caminar
insinuante balanceo
temperamental y desenfrenado
sugerente y provocadora sinfonía cadenciosa
Ensoñación concebida
a un centímetro sobre la travesía.

Cómo olvidar…
esos dulces ojos
fieros vigilantes que arropan
que me hipnotizan al hablar
sinuosos como enredaderas
penetrando sigilosamente
mientras siento
mientras elucubro
susurrándome en sueños.
Beneplácitas antorchas
adornando el camino de regreso.
Esas lágrimas… Ese goteo incesante
vertiente convergente con la risa
sin motivo
sin argumento.

Cómo olvidar…
Esa cara de mi mente
que redime mi conciencia
mueca ininterrumpida
cuando arrecia la tormenta.
Textura aterciopelada
tez que se encomienda
al sosiego de la contraria
efigie placentera
donde perderse y encontrar
la calma imperecedera.

Cómo olvidar…
Esos labios atrayentes
dispuestos a sosegar
la premura imprudente
someter mis pesares
coordinar el preludio
del pasional desenlace.
Yuxtaponerse a los míos
exponiendo sus sentimientos
devorando los compases
ante el inminente contraataque.

Pero…

Por qué olvidar…
«Lo que se ama de verdad
Aquello que aguardas cada noche
que esperas cada mañana
reservado tiene su espacio
su propio lado de la cama.
Lo que añoras de por vida
Lo que ante su falta… Te falta.
Te poseyó desde el primer día
La tuviste desde la primera palabra.
Lo que desarboló tu coraza negra
amamantó tu corazón obsoleto
salvaguardándolo con una rosa blanca».

O.

Poesía

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